En la industria de los viajes, dos características resultan imprescindibles para afrontar los desafíos modernos: la adaptabilidad y la flexibilidad. Frente a un entorno vertiginoso, marcado por la transformación tecnológica y cambios constantes en las expectativas de los clientes, las empresas deben ajustar continuamente sus estrategias y operaciones. Esta capacidad para reinventarse y responder eficazmente a nuevas circunstancias no solo determina el éxito empresarial, sino que también enriquece la experiencia de los viajeros.